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domingo, 30 de junio de 2013

Criminologia 02


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DIFERENCIA EN EL ASPECTO PSÍQUICO ENTRE EL HOMBRE Y LA MUJER

Criminalidad Masculina y Femenina.-
Entre las razones que explican por qué la criminalidad femenina es realmente menor que la masculina, se hallan los caracteres propios de cada sexo. El hombre es más activo y participa más en la vida social. Lo que puede significar mayor número de oportunidades y tentaciones de delinquir, es más agresivo, actitud para la cual está mejor dotado por su propia constitución.

La mujer es más pasiva ante la vida, más débil, se halla más sujeta al control de la familia y de la vecindad. Hay ciertos delitos que casi solo los hombres cometen (violación, secuestro, seducción, etc.) en el que la mujer es tomada en cuenta como víctima. Otros por estar más aproximados a su trabajo, los funcionarios públicos. A más de las antropológicas, hay enorme importancia en los factores sociales.

A pesar de la mayor actividad de la mujer hoy día, en las relaciones extra hogareñas no dio incremento con relación a los varones. Constancio Bernardo de Quiroz hace notar que dividimos la delincuencia en común social y política.

Las mujeres cometen delitos que escapan con mayor facilidad a las estadísticas o que son de difícil descubrimiento y prueba (aborto, violación, vicio comercializado, etc.)

Hay que hacer notar la disparidad de los motivos del delito, de acuerdo con las características de cada sexo, el hombre delinque movido por motivos relativos a su predominante tendencia agresiva, activa y frecuentemente ligados con circunstancias económicas, la mujer se mueve impulsada por factores relacionados con el hogar, la adquisición y conservación de la familia, la alimentación de los hijos, el amor, etc. La mujer difícilmente mata a hachazos o cuchilladas, estrangulamiento o sofocación.

Los delitos sexuales.-
Denominados así por los códigos penales, como el homicidio y las heridas por sadismo o venganza, robos y hurtos que resultan del fetichismo:

Causas;
  1. Funciones Sexuales Fisiológicas: salidas moralmente no recomendables (concubinato, prostitución, estupro, la violación y el secuestro).
  2. Condiciones Sexuales Patológicas: Puede llevar a incrementar ciertas formas especiales de prostitución; pero en otras ocasiones, los contactos aberrados implican o traen por consecuencia variados delitos, que van desde el asesinato hasta la corrupción de menores, satiriasis, sadismo, ninfomanía, fetichismo que ocasiona robos y hurtos (cleptomanía) etc.
  3. Desorganización Familiar y de la Vecindad: Son antesala de faltas y delitos sexuales, sobre todo en la temprana edad de la pubertad, creando oportunidades para la corrupción de los hijos por personas extrañas.
  4. Situación Económica: En los casos de extrema riqueza o pobreza, sobre todo en la seducción y corrupción de menores.
  5. Desorganización Social General: La comisión de delitos sexuales, crisis políticas, desmoralización general de la población.
  6. El Vicio Comercializado: Tras de él se hallan muchos delitos, sobre todo de corrupción de menores, incitación a la prostitución, juegos prohibidos, expendio de estupefacientes y trata de blancas, etc.
Criminología de la prostitución
Concepto de prostitución.-
Ejercicio de comercio carnal mediante precio. Por regla general es practicado por la mujer en una relación heterosexual, pero también cabe admitir que se realiza en una relación homosexual, así como también que la prostitución sea masculina en una relación heterosexual y más frecuentemente homosexual.

El derecho positivo castiga al que con ánimo de lucro promueve o facilite la prostitución. Se trata de un delito contra la honestidad y su gravedad puede atenuarse en razón de la edad de la víctima, abuso de autoridad, etc.

La prostitución y Sexo.-
La prostitución se halla estrechamente relacionada al sexo, lo estudiamos desde el punto de vista sistemático, también podría estudiárselo en la parte correspondiente a Sociología Criminal, pero, nos interesan sus caracteres y repercusiones criminales por las siguientes razones:
  1. Porque en algunas partes del mundo, su ejercicio es un delito.
  2. Porque aún donde no lo es, se halla en estrecho contacto con el delito y la comisión de ellos (trata de blanca, corrupción de menores, encubrimiento, expendio ilegal de alcoholes, estupefacientes, bandas de traficantes, contagio venéreo, homosexualidad, etc.)
  3. Porque es equivalente a delito, una mujer en vez de delinquir puede dedicarse a la prostitución.
Las Mujeres Prostitutas y Delincuente.-
Lombroso pensó que los criminales tienen una sola salida, el delito, la mujer tiene dos, el delito y la prostitución, generalmente prefiere esta última, porque no se sanciona. Las prostitutas natas tienen caracteres de los criminales y costumbres propias del primitivismo y del salvajismo, tales como la promiscuidad (mezcla, confusión) También Lombroso consideró que hay factores ambientales naturales del delito -clima, sociales. "Casi nunca se los puede atribuir una causa única sin relación con otros". GORING desechó la teoría lombrosiana del criminal nato.

¿Qué es prostitución? Para que exista prostitución se requieren las siguientes condiciones:
  1. Que haya relaciones sexuales normales o anormales (homosexuales) Pollitz considera que solo puede hablarse de prostitución cuando una mujer ejerce su comercio con varones. Sin embargo, creemos que no debe excluirse el caso de la homosexualidad en vista de que existe desde hace tiempo una verdadera profesionalización de este tipo, sobre todo en las grandes ciudades.
  2. Que los actos se realicen por una remuneración; no se debe tener en cuenta solo el pago en dinero, sino también el que se hace por cualquier otro medio e implique una recompensa traducida en ventajas materiales.
  3. Que los actos sexuales sean frecuentes.
  4. Que exista como elemento más característico un cierto número de personas con las cuales el acto se realiza.
Causas que llevan a cometer delitos sexuales.-
La satisfacción sexual aún de las personas normales, que ofrecen medios de satisfacción a tendencias anormales de los clientes, al mismo tiempo que da salida a los impulsos de quienes viven de la profesión; no es raro encontrar casos de ninfomanía entre ellas, muchas se dedican para tener un medio de vida o para aumentar las entradas conseguidas mediante trabajos normales. La mujer muy pobre no es raro que se venda para subsistir; luego no hay dificultades para continuar en el oficio, toda vez que la prostitución es jamás rendidora que la mayoría de los trabajos honrados y sin el esfuerzo que ellos implican, a algunas mujeres, les proporciona un estado de independencia y desahogo que es difícil de renunciar.

Parte de las prostitutas se reclutan entre muchachas que viven en la calle prácticamente, porque el hogar es excesivamente miserable e incómodo y no invita a quedarse en él. A veces son los propios padres lo que empujan más o menos directamente a sus hijas hacia la prostitución (hogares desechos, disputas frecuentes, madres que trabajan, etc.)

El hecho de que exista indiferencia frente a la prostitución suele traer por consecuencia el que celestinas, rufianes, prostitutas, no experimenten ningún remordimiento y crean que ejercen una industria tan respetable y útil como cualquier otro.

La debilidad mental suele arrastrar hacia la prostitución o por complejos de inferioridad o carencia de perfecciones. Las publicaciones y revistas pornográficas obran como estímulos para dar el primer paso en la carrera.
Características de las prostitutas.-

Hay diferencia entre las de burdel y las libres, las primeras que se halla más sujetas a defectos y más ligadas con ciertas formas delictivas. Las prostitutas tienden a una vida parasitaria, se revela en el odio al trabajo continuado, lo que se traduce en dificultades para su reforma.
La prostituta libre que trabaja y hace de la prostitución una fuente de entrada suplementaria. La propensión al despilfarro es resultante de su falta de espíritu de previsión y de ahorro, consecuencia a su vez muchas veces de la debilidad mental; aman la ostentación y el lujo. El abotagamiento mental puede ser causa de la prostitución pero también efecto de la misma, a raíz del alcoholismo, estupefacientes, excesos sexuales, etc. característica de las de burdel.
Bonhoeffer; En sus estudios sobre prostitutas reclusas encontró dos tercera parte del número total investigada eran anormales mentales.
Las prostitutas libres no se hallan tan ligadas estos efectos; en cuanto a la sexualidad, se ha hecho notar que entre las prostitutas son más frecuentes que en la población normal, los extremos de frigidez y de hipersexualidad.

La criminalidad y la edad
Importancia de la edad en la causa o el hecho de la criminalidad.-
La personalidad –la totalidad humana- posee capacidades de acción y reacción que varían a medida que el tiempo pasa para ella. Por eso, para comprender la conducta de cada individuo, no basta conocer los caracteres generales del ser humano, sino que es preciso detallar los que asume en las sucesivas etapas de su vida.

Caracteres de las distintas etapas vitales.-
La vida humana puede dividirse en cinco etapas: Infancia, juventud, adultez, madurez y senilidad.
a) Infancia. Etapa que abarca desde el nacimiento hasta los 12 años de edad aproximadamente, carece de capacidad de abstracción (entendimiento) depende de imposiciones de la familia. La infancia dentro de los límites que lo hemos señalado, se halla fuera del Derecho Penal. Lo primero que el niño necesita es adaptarse al medio ambiente, a fin de conservar la propia vida.
b) Juventud. Etapa que va desde la infancia hasta la adultez; es un período de ocho a diez años que se divide en tres subperíodos: pubertad, adolescencia y juventud propiamente dicha. En él existen caracteres distintivos de esta etapa: 
  1. el desarrollo corporal; 
  2. la madurez sexual; 
  3. la capacidad de pensamiento abstracto y la responsabilidad social. 
Está propenso a cometer delitos, generalmente en cuadrillas o grupos asociados, sin prever las consecuencias. Según Holligwotch el adolescente a de buscar su propio camino para llegar a ser el adulto que quiere; las actitudes rebeldes al mundo que es real o imaginariamente opresivo y producen malas conductas en el adolescente; por el que Holligwotch ha podido decir que la rebeldía y los intentos de autodeterminación llevan a "la delincuencia, la invalidez fingida y el suicidio".
c) Adultez. El adulto está en la plenitud de sus fuerzas, por lo cual rinde mucho en beneficio de la comunidad; al mismo tiempo, se desarrollan en él los llamados mecanismos de compensación psíquica, que facilitan su adaptación social, sin mayores conflictos. Dura hasta los 45 años en la mujer y hasta los 50 en el hombre, más o menos. Característica general típica es la adaptación en la sociedad.
d) Madurez. Se extiende por los 10 años posteriores a la adultez, aproximadamente. Durante esta etapa cesan o, por lo menos, se debilitan considerablemente las actividades genitales normales, la crisis es más aguda en la mujer que en el hombre. Estos años por el apasionamiento y desequilibrio, recuerdan a los de la juventud. Las tendencias egoístas adquieren gran significación y suelen manifestarse a través de epicureísmo extremado.
e) Senilidad. Sigue a la madurez. En la senectud, tiene tanta importancia el sentirse viejo, como el serlo. Desde el punto de vista de la criminalidad. Las funciones fisiológicas y psíquicas disminuyen tanto en cantidad como en calidad. Las aptitudes personales decaen precisamente cuando se ocupa el apéndice de la figuración social o intelectual resultan comprensible la tendencia al temor de la competencia de los más jóvenes, los odios y las envidias. En el viejo predominan la tristeza y el miedo, (inseguridad y desconfianza)

Entre los jóvenes y adultos hay una notable alza de la criminalidad, pero luego se presenta un rápido descenso. Entre las mujeres, el alza no es tan grande, pero el descenso es mucho más lento.
Edad y delitos.-

La edad influye en el delito en tres aspectos principales: el número, la forma de comisión y la clase y tipo de delictivo. La mayor cantidad de delitos cometidos se halla entre el fin de la juventud y el comienzo de la adultez (de los 19 á 25 años) se ha observado que, hasta los 40 á 45 años, las personas constituyen una mayor proporción entre los delincuentes que en la población normal. Los jóvenes tienen más oportunidades de emprender actividades sociales y moralmente peligrosas; son proclives a la desorganización y la desmoralización. La vejez disminuye la agresividad y la fuerza; además, la pena de muerte y las condenas de prisión de larga duración, van retirando de la circulación a muchos de los delincuentes más peligrosos.

Edad y especies de delitos.-
Se destaca el predominio de los delitos de fuerza en la juventud, se ha notado la influencia grande de la familia, la vecindad, la pandilla, la escuela, etc. carece todavía de la capacidad adecuada para cometer estafas, defraudaciones, quiebras, falsificaciones, pues estos delitos requieren de cierta especialización y destreza en un oficio, por otro lado, la sexualidad despertada, no controlada ni dirigida por los causes debidos es otra de las grandes fuentes de la delincuencia juvenil.

La edad adulta supone equilibrio. Se tiene la fuerza para cometer delitos violentos, pero también la capacidad de inhibir los impulsos de actuar de tal forma, época de mayor actividad social, los altos puestos que se alcanzan, posibilitan a cometer los delitos antes numerados difíciles para el joven.
La madurez coincide con una grave crisis corporal y anímica, la actividad social comienza a disminuir lo mismo que las fuerzas; la filia, los hijos se dispersan. La crisis sexual se manifiesta principalmente en las mujeres, las que tienden a una criminalidad peculiar.

En la senilidad, las fuerzas han decaído; el anciano se aparta de la sociedad. Se presenta la criminalidad típica de los débiles, se parece mucho a la de la mujer (injuria, calumnia, incendio, encubrimiento y contra la moral).

El factor económico y la criminalidad
La Economía en Nuestra Cultura.-
El tipo de valor que se coloca en el trono, dominado a los demás, varía según el momento cultural en que se vive; si lo religioso ocupó el centro de la vida individual y social en la Edad Media y si lo estático fue lo más altamente apreciado en ciertos momentos del Renacimiento, hoy lo económico se ha convertido en eje de la vida, sobre todo social, fuente de polémicas teóricas y de contraposiciones prácticas.

El factor económico ha de tener enorme repercusión en la conducta humana general, incluyendo el crimen. Lo mismo sucedía con lo religioso en la Edad Media, o los nacionalismos del siglo pasado.

No se trata sólo de teorías. La propia realidad nos muestra ejemplos de pobreza exagerada o de exageradas acumulaciones de dinero; críticas que suelen llegar al terreno de los hechos; huelgas y represiones frecuentemente conducidas fuera de los causes de la legalidad; actividades delictuosas -por lo menos formalmente delictuosas- contra el estado y las autoridades, para imponer tal o cual sistema económico y reemplazar al que se considera caduco e injusto; crisis más o menos periódicas que provocan cierres de fábricas, quiebras y desocupaciones gigantescas; padres que, al no poder sostener a su familia, pierden autoridad y provocan la desunión en la misma; procesos inflacionarios y -raramente- deflaciones; alzas de precios y baja real de los salarios; clima de descontento propicio al desorden y tantas otras condiciones sociales que sin duda se hallan estrechamente ligadas con el régimen económico, aunque no exclusivamente con él.

Sin embargo, aunque importante, el factor económico no es el único que determina la conducta humana; a su lado, coactuando, se encuentran otras fuerzas sociales que, a veces, en el caso concreto, pesan más que la economía y sus inmediatas consecuencias; y, desde luego están también las causas biológicas y psíquicas.

Pobreza y Delito.-
La insuficiencia de medios económicos con que cubrir las necesidades, sobre todo si es elemental, ha sido comúnmente acusada de aumentar el número de delitos y de conductas antisociales en general.

La desproporción entre lo que se necesita y la capacidad para alcanzarlo tiene consecuencias mucho más complicadas que las que se podría pensar en un primer momento.

Ya el siglo pasado, Von Mayr creyó descubrir una estrecha relación entre el precio del trigo y el número de hurtos; para él cada real de aumento en el precio del primero se manifiesta en un hurto más; y al revés, cuando el precio del trigo descienda. Si se compara los índices comerciales -que no depende de un solo dato sino de la combinación de varios- es hoy posible comprobar una relación proporcional entre tales índices, por un lado, y los delitos contra la propiedad, y la prostitución como por otros.

Por ejemplo, en la primera posguerra, la malta y la cerveza eran caras y de mala calidad; por tal razón, se las consumía menos y se produjo una baja en la delincuencia causada por el alcoholismo.

En la apreciación de la pobreza y de la baja de los precios hay que considerar también los casos de desocupación colectiva; entonces hay precios bajos; sin embargo sus influencias beneficiosas sobre la criminalidad son anuladas y hasta superadas porque no se cuenta ni siquiera con lo necesario para cubrir esos precios bajos.

Sin embargo, Barnes y Teeters han demostrado que los delincuentes pobres son también relativamente más que en la colectividad. Estos datos tienen, sin duda, mucho peso; pero hay que guardarse de otorgarle valor decisivo en demostración de la tesis, ya que los pobres, en general, se inclinan a delitos violentos, más fáciles de descubrir y probar, mientras las clases acomodadas tienden a la criminalidad fraudulenta, fácil de encubrir y difícil de probar. También existen diferencias notables en cuanto a los recursos de que pueden valerse ante los tribunales, sea en cuanto a influencias que pueden ejercer o a la calidad de la defensa que sumen.

Burt considera que existe, como causa de delincuencia, una que podría llamarse pobreza relativa o sea la insuficiencia de los medios en relación con los deseos y las ambiciones; así se dan delitos que obedecen al ansia de figuración, al lujo desmedido, más que a la pobreza tal como usualmente se la entiende.
La pobreza relativa se da en quienes tienen lo suficiente para mantener su vida, pero sienten que hay un abismo entre lo que poseen y lo que desearían poseer; la codicia es entonces el impulso principal para cometer delitos. Esta situación es particularmente notoria hoy, en una sociedad consumista, en que la propaganda impresiona mucho y en que cada uno quiere tener y aparentar más que los otros. Esta pobreza relativa se da, obviamente, también en las sociedades ricas en que los pobres constituyen, a veces, una minoría muy pequeña.

Parmelee destacaba al decir que la pobreza opera a través de la mala habitación con todas sus consecuencias dependientes, de la desnutrición, disgregación de la vida familiar, carencia de descansos adecuados, pocas posibilidades de progreso cultural, enfermedades que no son bien combatidas.

Crisis Económicas y Delito.-
Este es otro método para determinar la relación entre situación económica y delito; tiene la ventaja de permitir mayores comparaciones, ya que generalmente las investigaciones abarcan ciclos enteros influyendo momento de auge y de crisis; así se puede seguir en verdaderas ondas en la marcha de la economía y del delito.

Pero no vaya a creerse que la incidencia en la mayor criminalidad sólo se encuentra en los momentos de depresión y de desempleo; el auge en el empleo completo tiene su propia delincuencia.

La depresión conduce directamente al desempleo. Este, a su vez, produce migraciones internas y externas en busca de trabajo; así, la crisis actual a través del aumento de la movilidad, efectuada en las peores condiciones.
Como consecuencia de la crisis, suele presentarse un proceso de inflación, frecuentemente exagerada, lo cual contribuye a la inestabilidad general; se produce la ruina de los que tenían ahorros, de los jubilados, de los tenedores de bonos o títulos de valor fijo, públicos o privados.

Es natural y explicable que las necesidades primarias urgentes conduzcan a muchos a cometer delitos de los cuales, de otro modo, se hubieran mantenido alejados. En relación con estos fenómenos y tentaciones, hay que observar que parece más peligrosa que la pobreza continuada, la que se presenta como consecuencia de cambios bruscos, sobre todo en sectores sociales enteros que estaban acostumbrados a ciertos bienestares.

Lugar preferente merecen las repercusiones psicológicas de la crisis. Los obreros parados se vuelven nerviosos, irritables, prontos a la reacción violenta o totalmente abatidos; pero aún en el abatimiento, y a través de mecanismos fáciles de comprender, suelen presentarse momentos explosivos; se despiertan sentimientos de repudio hacia la sociedad; el padre y el marido pierden su autoridad de tales, toda vez que no pueden cumplir sus funciones de mantenedores del hogar; los suelen separarse, mientras uno busca trabajo lejos del hogar; éste se coloca en vías de deshacerse, porque los hijos se lanzan a la calle, donde integran pandillas infantiles y juveniles dedicadas a robar para obtener lo que el hogar no les da.

Prosperidad y Delito.-
Desde antiguo, pudo comprobarse que las condiciones sociales tienen influencias contradictorias; si a la pobreza, la crisis periódica, la desocupación favorecen la aparición de ciertos tipos de delitos, es también verdad que la prosperidad, social e individual, provocan el incremento de otros tipos delictivos.

Ya Lombroso hacía notar que el buen salario ocasionaba el que los obreros debieran más y cometieran, por tal razón, más delitos violentos. También observó que la riqueza posee su criminalidad peculiar pues ofrece determinadas oportunidades y especiales incentivos entre los cuales no deben descuidarse las mayores probabilidades de impunidad.

Ya el simple sentido común nos inclina a creer que las estafas, las defraudaciones, los fraudes en general, aumentan en los períodos y entre las personas prósperas; allí se presenta la oportunidad para cometerlos. Por otra parte, es en las clases económicamente más poderosas donde se dan delitos típicamente capitalistas, tales como: destrucción de materia prima para lograr alzar de precio, propaganda desleal, trusts y monopolios, etc.

Barnes y Teeters han demostrado, además, que es en las etapas de auge cuando florece las pandillas de delincuentes; eso puede explicarse porque existen más oportunidades de dinero fácil y menos desconfianza de parte de las personas que poseen bienes; confianza que sufre agudos retraimientos durante los períodos depresivos.

El hecho de que el delito descienda durante las épocas de prosperidad y se dé en menos proporción en la clases acomodadas y ricas pueden corresponder a una tendencia general de la realidad; pero también se debe, sin duda, en buena parte, a fallas estadísticas, la que no se refieren a delitos realmente cometidos si no a los condenados judicialmente; ahora bien: ya sabemos que la policía y los Jueces son menos estrictos en épocas de prosperidad; y de los ricos que comenten delitos difíciles de descubrir y probar y cuentan con defensores e influencias políticas que pueden anular la justicia aún en casos en que la culpabilidad es clara.

Criminología de la delincuencia o violencia juvenil
Violencia juvenil.-
Al enfocar el tema sobre la violencia juvenil conviene mencionar: que la agresividad del hombre es algo innegable. La agresividad es uno de los componentes afectivos humanos, se manifiesta más o menos veladamente.
Durante largo tiempo se pensó que el niño era una criatura blanda y pura y se minimizaron sus reacciones agresivas. En nuestro tiempo o en la actualidad sabemos que desde muy temprano se manifiestan sus pulsiones agresivas.

La agresividad puede considerarse como un periodo pasajero o como parte de la evolución de la persona, sin embargo vemos que el ambiente tiene importancia ya que influye en el comportamiento agresivo.

Los delitos de violencia parecen haber aumentado en niños y adolescentes en gran proporción dada que la tasa de frecuencia de la delincuencia juvenil son a veces demasiado elevadas en el mundo entero.

Según algunos investigadores este alto y severo incremento de la delincuencia y violencia juvenil coinciden sobre todo con los primeros años de las posguerras. La violencia va íntimamente unida a la delincuencia juvenil y para comprender este problema tenemos que considerar los factores sociales, el ambiente familiar y la organización propia del delincuente. Al hablar de delincuencia juvenil estamos mencionando un subgrupo de jóvenes cuya conducta no se guía por unos cauces socialmente aceptados ni sigue la misma pauta de integración de la mayoría sino que por el contrario da lugar a un tipo de actividades que los sitúa en franca oposición con la legalidad.
Estas actividades o delitos mayores son los asaltos, homicidios, violaciones, drogadicción, etc. o delitos menores por robos, apropiación de vehículos, etc.
La conducta delictiva juvenil suele comenzar hacia los 13 ó 14 años y alcanza su punto culminante entre los 17 y 19 años. Que la delincuencia continúa ligada a la miseria, su práctica se ha extendido últimamente a los grupos socio-económicos medios y altos.

Sabemos que los jóvenes se sienten atraídos por las masas porque al integrarse al grupo afirman su personalidad a través de las acciones del grupo y además logran conseguir lo que quiere ya que en las masas, confluyen la violencia organizada de los miembros y la actividad delictiva más o menos planificada y dirigida a un fin.
Esta labor con los jóvenes es realmente difícil ya que la reinserción no será eficaz si en ella no colaboran todos los estamentos sociales que puedan aportar ayuda y facilitar la incorporación del joven a la vida pública.
Transición moral.-

Al adolescente se le plantea la independencia como algo que debe conquistar para poder entrar a formar parte del mundo de los adultos y dejar atrás la etapa infantil. Un adulto toma sus propias decisiones, elige su vestuario, decide que quiere comer, cuando ha de dormir y que va a comprar. El adolescente se preocupa por conseguir que estas conductas independientes pasen a formar parte de su propio repertorio, con la esperanza de que le aseguren una posición en el mundo de los mayores.

Dos son las principales fuentes de esta poderosa motivación que le inspira la búsqueda de la independencia: por una parte, las presiones sociales, y por otra parte, la identificación con la independencia que observa en los modelos adultos. Pero sus demandas chocan fuertemente con la arraigada conducta de dependencia propia del estado infantil, convirtiéndose en motivo de permanentes conflictos que hacen que los jóvenes se sientan inseguros y confundidos ante tan anhelada libertad. Así pues, aunque la desean fervientemente, no desean menos conservar la seguridad y la falta de responsabilidad que va ligada a la situación dependiente (pero ciertamente confortable en otros aspectos) del niño.

Tres son las libertades básicas que los adolescentes exigen a sus padres: libertad de salidas y horarios, libertad para adoptar y defender una ideología propia y libertad para elegir y vivir un amor y una profesión.

Estas libertades que los adolescentes anhelan dependen de los límites que los padres establezcan con sus hijos, de las relaciones padre-hijo. Que tendrán consecuencias en el desarrollo de los adolescentes ya sean positivas o negativas de acuerdo al tipo de límites impuestos.

Significado de moralidad.-
Moralidad deriva de la palabra latina moralis; Quiere decir "costumbre, maneras o pautas de conducta que se conforman a las normas del grupo".
En toda edad, se juzga al individuo por el grado en que se aproxima a las normas del grupo; la mayor o menor conformidad hace que se lo tilde de "moral" o "inmoral". Las expectativas del grupo están definidas en sus reglas y leyes; ambas de basan en las costumbres que prevalecen en el grupo.

Si el adolescente se conforma a las reglas y leyes de la sociedad, el medio lo considera una persona moral. Incluso cuando está en desacuerdo con tales prescripciones, a menudo se adecua a ellas porque se da cuenta que es la actitud más cuerda.

La persona inmoral es aquella que deja de conformarse a las costumbres, reglas y leyes del grupo porque no está de acuerdo con los estándares de este o porque se siente poco obligada a su respecto.

Principios de la transición a la moralidad adulta.-
a)    La moralidad se desarrolla y puede ser controlada y dirigida de manera que el individuo adquiera la capacidad de conformarse a las expectativas de su grupo.
b)    Para alcanzar la moralidad adulta se requiere de dos hechos esenciales: primero, el adolescente debe cambiar las actitudes y valores que componen sus conceptos morales de manera que satisfagan las exigencias más maduras de una sociedad adulta. Y segundo, él mismo, debe asumir el control de su conducta.

Cambios en los conceptos morales.-
De sus padres, de los adolescentes y de otras personas revestidas de autoridad el niño aprende lo que se considera correcto y lo que se tiene por incorrecto. Los adultos interpretan para él los códigos morales de la comunidad y le aplican castigos cuando los viola. Los principales cimientos de los códigos morales se echan en el hogar, si bien la escuela y la iglesia también contribuyen.

No importa cómo se forman los códigos morales del niño – en el hogar, la escuela, en la iglesia o en los cursos dominicales -, ellos no son adecuados para satisfacer las necesidades más maduras del adolescente. Deben ser revisados para conformarse a los códigos que guían las vidas de los miembros adultos de la comunidad. Esto es especialmente cierto en lo que respecta a los códigos morales que tienen fundamentos religiosos. Por ejemplo: el niño aprendió que Dios lo observa y le dice que hacer y qué no hacer, y que luego lo recompensa si obedece sus directivas y lo castigo si las desobedece, ya no aceptara este concepto cuando comience a dudar de sus creencias religiosas infantiles.

Clases de cambio.-
Los conceptos morales de la infancia deben modificarse de muchas maneras para adecuarse a las necesidades del adolescente. Entre otras cosas, se espera que el joven generalice sus primeros conceptos. La generalización de conceptos morales específicos y su incorporación a un código practicable de uso en cualquier situación es un proceso gradual que continua durante los años de la adolescencia.
Cuando el adolescente evalúa diferentes clases de conducta en función de conceptos morales, es probable que para él algunos tipos sean menos desagradables que otros. Las cosas que eran malas en sus días infantiles ya no lo son tanto. Ahora atribuyen grados de importancia a diferentes acciones; algunas de las cosas, que cuando era niño, aprendió a ver como incorrectas, las ve ahora con mayor tolerancia.

Finalmente, los conceptos morales deben cambiar si han de adecuarse a las necesidades adolescentes en el sentido de que debe haber una mayor preocupación por los motivos que impulsan a una acción. Los niños tienden a considerar un acto como bueno o malo sin tener en cuenta a qué razón obedece. Ejemplo: Si creen que mentir es reprobable condenan todas las mentiras y se niegan a reconocer que en ciertas ocasiones podría justificarse no decir la verdad.

Control interno de la conducta.-
  • El adolescente debe asumir el control de su propia conducta de modo tal que la disciplina externa ya no sea necesaria.
  • Este cambio redunda en beneficios del individuo y también beneficia al grupo social. Cuando llegue al estado adulto, el adolescente será considerado responsable de sus actos; Ya no contara con padres y docentes para que le digan que hacer y qué no hacer. Habrá de decidir por sí mismo y luego actuar de conformidad con su decisión.
  • El difícil control de la crisis adolescente.-
  • La crisis es, ante todo un periodo de inseguridad, una encrucijada que pone al sujeto en la necesidad de decidirse para una dirección u otra.

El adolescente vive esta crisis que empieza con una serie de conflictos, con los padres. No soporta más que se le trate como a un niño, que no se le tenga confianza, que no se le dé dinero y libertad. No soporta, sobre todo, que se le controlen sus amistades, sus lecturas, sus diversiones, su tiempo libre.

Los padres que quieren prolongar su niñez con actitudes educativas hiperprotectoras y paternalistas, se encuentran frente a una resistencia. En realidad, se ponen en contra de una exigencia de espacio libre. El adolescente siente que tiene que tomar él las decisiones sobre su porvenir. La fuerza que le impide esta libertad aumenta su rebeldía que terminará por romper las relaciones de sumisión y dependencia.

Estos adolescentes, a los que no se ayuda a superar un tipo de vida hedonista y se les abandona a sí mismos cuando todavía son incapaces de auto controlarse, un día, al enfrentarse con la seriedad de la vida, serán incapaces de aceptar autoridades o tendrán tendencias irracionales hacia los demás, y obraran como si no existieran normas morales. En los dos casos en adolescente no podrá sostenerse y crecer. La pandorga a la que no se le concede el hilo que pide según el viento que la lleva, empezara a colear y caerá a pique en el suelo. Si por el contrario, se le da demasiado hilo, se aflojara incapaz de sostenerse. Hay que concederle solamente el hilo que necesita de manera que, sosteniéndola en su empuje, se le permita ganar altura según el viento.

Función de la disciplina en el desarrollo moral.-
Disciplina quiere decir enseñanza o instrucción, y su principal objeto es enseñar al individuo a conformarse a las expectativas sociales hasta un grado razonable. Además, le enseña que el mundo responde a sus acciones personales de una manera ordenada, que ciertos comportamientos siempre son seguidos de castigos y que otros son elogiados por la sociedad.
La disciplina ayuda a los adolescentes a controlarse y dirigirse con el objeto de tomar decisiones prudentes.

Elementos esenciales de la disciplina.-
Si el adolescente tiene que aprender lo que la sociedad espera de él, y sentirse motivado a controlar su conducta para conformarla con las expectativas, la disciplina tiene que incluir cuatro elementos esenciales: enseñanza de los conceptos morales, recompensa por la conducta aprobada socialmente, castigo por actos perversos intencionales y coherencia de las expectativas sociales.

Enseñanza de los conceptos morales.-
Muchos adolescentes creen, que cuando uno llega a la adolescencia ya ha aprendido lo que el correcto e incorrecto y que no necesita una preparación moral adicional. Esta opinión está muy alejada de la verdad. A medida que los horizontes sociales del adolescente se amplían, los adolescentes deben conocer cuáles son los límites en muchas nuevas situaciones y hasta donde llega la tolerancia de la sociedad. La función de las reglas y leyes es la de instruir al adolescente acerca de esos límites, no solo la de restringir una conducta indeseable.

Si el adolescente aprende que no se puede fumar dentro de la escuela, que está obligado a llegar a su casa antes de las 11 cuando va a la escuela nocturna y que hay cierto límite de velocidad para conducir un auto dentro de la ciudad, sabe entonces que es lo que se espera de él. Es posible que no esté de acuerdo con estas normas legales y que intente violarlas, pero es consciente de que va a tener que enfrentar algunas consecuencias si lo hace.

Recompensa por la conducta socialmente aprobada.-
Las recompensas tienen dos fines: son instructivas, porque informan al adolescente que su conducta ha tenido la aprobación social y que se la considera "buena"; y afirman el yo porque estimulan al adolescente para que continué actuando de la misma manera.

Algunos adultos creen que las recompensas hacen sentir vanidosos y otros piensan que las amenazas de castigo, más bien que los premios, son una motivación más poderosa para el mantenimiento de la buena conducta.
Pero de acuerdo con las evidencias, las recompensas no traen malas consecuencias, por el contrario, proporcionan una fuerte motivación para conformarse a las expectativas de la sociedad. Sin embargo, las recompensas deben ser adecuadas a la etapa evolutiva.

Las recompensas materiales (ropa, dinero, música, etc.) son aceptables en general para el adolescente si tienen un valor prestigioso para el grupo de pares. La mejor recompensa para los adolescentes es el elogio. Muchas veces los comentarios de los padres y adultos sobre los adolescentes son más críticos, por lo tanto, una actitud amable es un alivio para el adolescente. La alabanza no solo afirma al yo sino que tiene un gran valor educacional.

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